viernes, 14 de marzo de 2014

SEMANA SANTA EN ... LA POESÍA (14 de marzo)



Cuánta Sevilla, Señor
ante Tu Imagen señera,
cuánta gente en oración
cuánta alegría y tristeza
cuánto callado sufrir
cuánta ilusión honda y nueva
cuántas Gracias imploradas
cuánta súplica directa
cuánta oración sostenida
cuánta petición intensa
cuánta vivencia diaria
cuánto amor hacia Tu Esencia,
cuánta vida tan distinta
producto de cada época.
Ante Tu Devota Efigie
el hombre con sus problemas.
Cuántos años contemplaron
arrodilladas sinceras
a las gentes de Sevilla
implorando tus Grandezas.
Qué ilusiones te pondrían
como flor de Primavera
nuestros hermanos antiguos
–Estación de Penitencia-
haciendo la disciplina
o portando luz de cera
en noches de Jueves Santo
por la vieja calle Génova.
Convento de San Francisco
entre pinturas de Herrera
de Pacheco y de Murillo
entre lámparas argénteas
al viejo Cristo rezaban
principales en nobleza
y los humildes de entonces
para ganar indulgencias.
Mas cuando el tiempo pasó
resquebrajando riquezas
olvidado en San Alberto
sobre Tu Cruz de Madera
te llegaste a ver, Dios mío, 
siendo Tú la Vida Eterna.
(...)

Rafael de Gabriel García - Pregón de la Semana Santa de Sevilla - 2004.




Yo te encontré, Gran Poder,
en aquel hombre moreno,
tostado en sudor y cieno
que pedía de comer. 
Te vi, mas no pude ver
aquel gesto suplicante.
Pero comprendí al instante
-qué bueno fuiste conmigo-
que fue tu rostro mendigo
el que se puso delante.
Yo dejé que fueran otros
los que dando el primer paso,
sentaran allí a aquel hombre
y compartieran su plato.
Y cuando no te miré
de repente trastornado,
dejé reseco tu monte
y tu altar y el relicario,
donde igual que a los sayones
diste al demente tu brazo.
Quizás si hubieras venido,
como vienes traspasando,
puñal morado, la noche,
toda Dolor y Traspaso,
quizás si te hubiera visto
poderoso y fuerte y alto,
vestido de majestad
con la túnica de cardos,
quizás te hubiera atendido
con un rezo o con un canto.
Yo te encontré, Gran Poder
y te ignoré abandonado,
pero me encuentro una estampa
en el suelo y la rescato...
¿Si mis manos y mis pies
están para desgastarlos,
si el que pide está peor
que yo, que al fin voy tirando...?
¿De qué sirve, Gran Poder,
que me calle cada año,
cuando Gravina oscurece
y el Postigo entrecerramos,
y que no salga siquiera
ni un Padrenuestro a los labios?
(...)

Francisco Javier Segura Márquez - Pregón de la Semana Santa de Sevilla - 2013.





(...) 
La Figura de un Gitano 
ha dejado la Campana
y va con Su Cruz a cuestas
por Sierpes para la Plaza,
Sus Manos son Miel y Bronce
y Su Cuerpo Espiga clara.
Los corazones cabales
que no distinguen de razas
le rezan un Padrenuestro 
al Nazareno que pasa 
derramando la Salud 
que al mundo hace tanta falta...
El Cristo de los Gitanos,
El que no entiende de razas, 
Padre de la Cristiandad, 
de tantas voces calladas, 
El que da cobijo a todos, 
El que a nadie niega nada
va atravesando Sevilla 
sobre pisadas de plata 
de costaleros gitanos, 
que valentía derraman. 
Sale de la Catedral 
y se alegra la Giralda; 
que en esa Mañana Grande
todo es embrujo y es magia 
por su Regio Señorío, 
que en Viernes se derrama 
porque pasó ante nosotros
un Gitano que llevaba 
la Cruz de nuestros pecados 
como si nada llevara. 
Cuando regresa a Su Templo
los balcones son un ascua, 
de bronce es la multitud 
y mil saetas le cantan 
con el arte de los primos 
de aquel que un día fundara
hace dos siglos y medio 
una cofradía en Triana: 
aquel Gitano tan bueno
-Sebastián Miguel de Varas- 
que desde la Gloria ve
los Viernes Santo en el alba 
el Caminar de su Cristo
cuando entra en la Campana 
llevado por costaleros 
que saben cómo se anda. 

Rafael de Gabriel García - Pregón de la Semana Santa de Sevilla - 2004.





Lo mismo que en el Decreto

la Iglesia estaba dormida,
desconcertada y vencida
tras desvelarse el secreto.
Siendo la renuncia un reto
de toda la cristiandad,
se me impuso la verdad
encima de la flaqueza.
Con esa humana entereza
nos pidió: “Resucitad”.
No le echó a la sepultura
una losa más pesada,
ni abandonó allí enrollada
su mortaja de blancura.
Alzó la voz bien segura
sin que el pulso le temblara.
No hizo falta que aclarara
las causas que le movieron.
Sólo sé que nos pidieron
que Jesús resucitara.
Y con él, la propia Iglesia
que renovada consigue,
que sea la luz del Domingo
y esa Aurora la que brille.
Que no vacilen sus pasos
y los cristianos confíen,
y que siga siendo el norte
nuestro Romano Pontífice.
El Papa Francisco viene
con el blancor de lo humilde,
para curar las heridas,
viene a que se estigmaticen
con San Francisco de Asís,
las heridas infelices.
¿Qué no es tan joven? ¡No importa!
lo que importa es que nos guíe,
por la senda de la fe,
y que hacia Cristo encaminen
su vocación y destino
los que perdidos se miren,
desafiando las brumas
de la noche y sus matices
cual rompe la madrugada
tu lasaliano desfile.
(...)

Francisco Javier Segura Márquez - Pregón de la Semana Santa de Sevilla - 2013.
 

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