viernes, 7 de marzo de 2014

SEMANA SANTA EN ... LA POESÍA (7 de marzo)



¡Ay! qué pena más desnuda
viene cruzando la calle.
Seca campana de angustia
rueda y gime por la tarde,
entre naranjos en flor
lirios y clavel granate.
¡Ay! que pena más desnuda
viene cruzando la calle.

Una Cruz nuncio de muerte
pasa conmoviendo el aire,
y un camino tortuoso
de luminarias se abre,
bajo el palio de la noche
sereno, azul rutilante.

Pone un friso de silencio
la luna sobre las calles,
y la brisa es un pañuelo
de levísimos encajes,
que va recogiendo el llanto
de unas notas musicales.

La plata para el dolor
se hace bosque de ciriales,
y tras las nubes de incienso
humo, perfume y cambiantes,
Jesús muerto y descendido
viene en brazos de la Madre. 

Antonio Rodríguez Buzón - Pregón de la Semana Santa de Sevilla - 1956.





La verdad es que a veces me pregunto
–a veces no, constantemente– cómo
teniendo la andadura de palomo
al corazón llegabas siempre en punto.
La verdad es que a veces vengo junto
del hondo pozo que eres y me asomo
y por mucho trabajo que me tomo
jamás descubro el fondo del asunto.
Asunto: Dios y su alto ministerio
Sagrada Cena. Paso de misterio.
Explícate Señor. Y Tú callabas.
¿Cómo hiciste del pan cuerpo divino
y del vino tu sangre, si gustabas
de llamar al pan pan y al vino vino?
Todo fue así; tu voz, tu dulce aliento
sobre un trozo de pan que bendijiste,
que en humildad partiste y repartiste
haciendo despedida y testamento.
“Así mi cuerpo os doy por alimento”
¡qué prodigio de amor, porque quisiste
diste tu carne al pan y te nos diste
Dios en el trigo para Sacramento!
(Sevilla sueña ser patena viva
para esa alondra que le nace al alba,
de vuelo siempre y a la par cautiva.)
Hostia de nieve, nardo, maná, fuente,
gota de luna que ilumina y salva.
Y todo ocurrió así: sencillamente.
Sencillamente. Hora de paz. ¡Qué leves
tus manos para el pan, para el amigo!
Cena de doce y Dios. Sagrado jueves.
Y era en Jerusalén la primavera.
Y era blanco milagro ya aquél trigo.
Sencillamente: “Esto es mi cuerpo”. Y era. 

Antonio Murciano - Pregón de la Semana Santa de Sevilla - 2005.









Dicen que hace muchos años
cerquita de la Alameda
–entre la Europa y El Barco,
donde la Correduría empieza-
cantaba desde un balcón
que estaba en Las Siete Puertas
saetas El Niño Gloria
al pasar la Macarena.
Desde el recuerdo encendido
de aquella Sevilla vieja,
desde el sincero Homenaje
a los viejos que lo cuentan
que se acuerdan de los cantes
que en las fotos color sepia
nos muestran una Sevilla
que quizá ya nunca vuelva,
y que pensando, pensando
hasta musitan las letras
que los viejos cantaores
ponían a sus saetas
yo quisiera componer
en esta hora que suena
un cantar para la Virgen,
un cantar que sea ofrenda.
Yo quisiera componer
a Tu Gracia algún poema
pero yo no sé cantar
esa Gracia que es Bandera
de la Sevilla de siempre,
de la Ciudad en que Reinas.
Quisiera ser bordador
de la saya que Tú llevas
quisiera ser el orfebre
que repujara las piezas
de paso tan prodigioso
que pasea Tu Realeza.
Quisiera ser el que hizo
las esmeraldas ya viejas
que regalara Gallito
Príncipe de la Alameda
genio de la torería
y devoto de Tu Esencia.
Quisiera ser yo, Señora,
capataz de Tu Belleza,
de Tu Mirada perdida
que a nada ni a nadie encuentra,
quisiera ser costalero
bajo Tus Plantas señeras
y que me mandara Alfonso
diciendo "Al Cielo con Ella".
Quisiera rezar la Salve
ante Tus Ojos de estrellas
y pedirte en oración
por toda Sevilla entera
que Tú le des la Esperanza
a los que nada ya esperan,
al que pide que lo saques
de las oscuras tormentas,
al que suplica callado
por la enfermedad cruenta
y al que lleva en las entrañas
el dolor que le acrecientan
las espinas de la vida,
que se le clavan con fuerza.
Quisiera ser Madrugada
y una voz que describiera
el Viernes por la Mañana
entre Sor Ángela y Feria.
Quisiera ser candelero,
jarra, candelabro y vela,
túnica juanmanuelina,
zanco de Tu parihuela,
quisiera ser el incienso
que se guarda en la naveta
el humo del incensario
que es presagio e inminencia,
humo de vaho encendido
por el fuego que despierta
el rumor de Tu Pasar
en todos los que te esperan.
Quisiera ser Relator,
el suelo de calle Feria,
balcón de calle Amargura
y colgadura de seda,
un farolito del Arco,
de la Muralla una almena,
color de la Barbacana
y las Torres de Defensa,
y el éxtasis desbordado
en el barrio que te sueña...
Esperanza, Torrigiano...
callejones que te esperan
desde hace tantos años
para aclamar a Su Reina.
Quisiera ser multitud
que agolpada te contempla,
ser un trozo de Tu Manto,
de algún faldón una hebra,
el brillo de Tu Corona,
clavel que se consumiera,
quisiera ser un Armao
del Señor de la Sentencia
y convencer a Pilatos
porque Tú ya no sufrieras;
quisiera ser un varal
que con ángel se meciera,
quisiera ser techo palio
y poeta ser quisiera
por narrar el entrecejo
que hace hablar hasta a las piedras
y con voz de viejecito
componerte una saeta
pa que la cantara El Gloria
–balcón de Las Siete Puertas-
y le dijese a Sevilla
que no existe más Pureza
que la que tiene una Flor
que está siempre en Primavera
que dicen vive en San Gil
y se llama Macarena.

Rafael de Gabriel García - Pregón de la Semana Santa de Sevilla - 2004.


 

Y en Triana, mi Esperanza
Y en Triana, la señora
Que por las aguas avanza
Con seis varales de eslora
Una calle de barrio viejo
Que se convierte en altar
Y en barco que va parejo
Como un palio por la mar
Oleaje de blanca cera
desde babor a estribor
la mecen por habaneras
de corneta y de tambor
Sus banderas, estandartes
Marineros de costal
En la gente, su baluarte
Y en su memoria, arrabal
Su Palio, vela mayor
Su itinerario, la aurora
Su timón, un llamador
Y en el puente, la Señora
De grumete, un aguaó
por la proa, nazarenos
en la mar, un resplandor
y allá en el cielo, ni un trueno
Y sirviéndole de amparo
Donde las aguas se abren
Triana tiene su faro
En la Capilla del Carmen
Pañuelos de despedida
Que se echan a volar
Como lágrimas caídas
Que se ahogan en la mar
Bronce que tañe en repique
En la espadaña del puerto
mientras abajo, en el dique
parte un Palio a mar abierto
Un viento por la trasera
chicotá tras chicotá
la lleva hasta la ribera
de la misma Madrugá
Un suave balanceo
Tiene su vieja madera
En su bodega, ajetreo
De hombre y trabajadera
el horizonte, Sevilla
hacia Catedral avanza
Que más allá de la orilla
Tiene espejo esta Esperanza
Adiós, Madre y Capitana
Tengas feliz singladura
Mañana por la mañana
Tu cara aún será más pura
Y de vuelta por la bocana
Del puente a la embocadura
El aire de tu Triana
Te ceñirá la cintura
Mientras, la sangre batiente
De las almas en espera
Dará color de poniente
A esta pronta primavera
Leva anclas, barlovento
que hoy le sirve de vigía
entre el recodo del viento
su bendita cruz de guía
Doce horas de crucero
corazones en bonanza
que en Triana, marineros
ya navega la Esperanza.

Carlos Herrera Crusset - Pregón de la Semana Santa de Sevilla - 2001.





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