viernes, 21 de marzo de 2014

SEVILLA EN ... EL PREGÓN DE LA SEMANA SANTA (21 de marzo)



Ya sé, que la Semana Santa de Sevilla -y así lo he citado en varias ocasiones a través de mi pregón- es algo inexplicable y sólo posible en esta bendita tierra, por milagro de su luz y de su aire. De ahí, la seguridad de que el mismo "paso", la misma cera, la misma flor, el mismo nazareno, igual capataz, idéntico "costalero", en una palabra, la integridad absoluta de nuestra Fiesta, dejaría de ser, constituir, y representar lo que es, al faltarle el hechizo de esa luz y ese aire que envuelven la Ciudad poseída sin duda de la gracia, en esos días conmemorativos de la Pasión, y ante cuya Cruz se descorrerán después los velos de dolor, para quedar alzada sobre la Ciudad llovida de sol y de aromas, y más que como surgida de la tierra, como descendida de los cielos, donde bajo el goce de la Resurrección, se extenderá el concierto solemne y armónico de la Giralda, y desde el pie de la cual, vamos a suplicar a Cristo Nuestro Señor y a su Bendita Madre Corredentora; con palabra reverente y emocionada; con el espíritu postrado ante el altar de nuestra más profunda devoción; con los ojos nublados de lágrimas sinceras, y con el corazón rebosante de bendita esperanza, el que concedan siempre a Sevilla y a sus buenos cofrades, su protección y ayuda; que iluminen el camino de nuestro constante esfuerzo; que hagan realidad el sueño de nuestra mejor ilusión, encaminada siempre a su mayor honor y gloria; que cubran y guarden con alas angélicas, el amplio sendero de nuestra fe; que hagan pródiga la mano de nuestra caridad; que reinen por siempre en nuestro cristiano sentir; que nos aparten de la sombra y de la tierra estéril; que sean nuestro escudo y defensa; nuestro faro y guía; nuestro norte seguro; que nos hagan próvidos en el perdón; que llenen de luz inefable el día de nuestra existencia; que derramen su infinita misericordia en nuestra hora final; que sea constante entre nosotros su divina presencia, y que el vuelo de su protección, luzca eternamente desplegado sobre el espacio azul de esta Sevilla, que se hace bajo su sol radiante, como paso de oro para el triunfo de la Muerte Redentora, y como paso de palio, bajo los tules de la noche, para la gloria hecha flor, en el rostro -cristal y seda- de la Bendita Reina de los Cielos. 


Y que tengan por último la seguridad y aquí finalizo que si alguno de nosotros así nos lo suplica y desea con todas las veras de su alma, será por aquella razón que en musical estrofa cantó una voz fuerte y segura, sobre el pentagrama confuso de una madrugada inolvidable, al cruzar por ella El Cristo de Sevilla: 


Si alguien te alza la mano
o te ofende, Gran Poder,
te juro Dios Soberano
que ése no pudo nacer
bajo el cielo sevillano. 

- Pregón de la Semana Santa de Sevilla. 1956.
     Antonio Rodríguez Buzón. 


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