lunes, 24 de marzo de 2014

SEVILLA EN ... EL PREGÓN DE LA SEMANA SANTA (24 de marzo)



Pasa y no pasa la Macarena, nuestro cuerpo ya no aguanta; buscamos el desayuno, muy propio de mañana de Viernes Santo, que nos obsequia un amigo y artista, le dicen Gitano de Oro y allá en su casa cercana de la Plaza de los Carros, donde siempre me fijo en un catavino de plata con una dedicatoria que reza, “como tú las dices las pienso yo, Antonio Rodríguez Buzón”, nos quiere deleitar con buen aguardiente, pestiños, empanadillas y torrijas de las de siempre. Vamos a recuperar fuerzas.



El pregonero se queda un poco rezagado viendo la trasera del palio que sigue hacia la Correduría. Le viene a la mente que cuando era un niño su abuela materna le contó que allá en la Correduría en plena madrugada, su abuelo Enrique El Almendro, torero de profesión y cantaor por afición, casi recién vuelto de torear en América, le cantó una saeta genial a la Virgen de la Esperanza, y que ella, toda prudencia, vio como el público enfervorecido le clavaba sus miradas.   Antes de irme Señora, te voy a

regalar una letra para que en los jardines del cielo ese Almendro que era mi abuelo vuelva a cantar su saeta:



Quisieron subirte al cielo

para conocer tu cara

y Tú te pusiste un velo

pues siendo la noche clara

eclipsabas los luceros.



Ya me marcho Señora , de despedida el último verso de un soneto de Manuel Machado que ignoro si se dedicaba a Ti, pero que desde luego describe magistralmente lo que son tus lágrimas cuando te alejas:



¡Con el sol y la sal que hay en tu llanto!



Pero la Esperanza no se acaba en Sevilla: Se hace redondez perfecta en la trianera O, que por ser Esperanza hasta superó la desesperanza de aquellos años duros que por comprensión, amor y perdón todos debemos olvidar.



También en la Trinidad resplandece la Esperanza virginal perfectamente interpretada por el maestro Astorga. Perfección y belleza casi ignorada, pero luz que ilumina el Sábado Santo.



Dicen que Sevilla es la ciudad de la gracia, y por eso aquí la Esperanza también se hizo Gracia. Fui a encontrarme con Ella allá por Caballerizas. Quería yo comprobar lo que contó Rodríguez Buzón: que los blancos muros rozaba y que una voz le cantaba al son de los guardabrisas. No, mi querido poeta, no lo pude comprobar, que la Reina de San Roque, verde de río y de mar, verde de Esperanza cierta, tiene un nuevo capataz que los blancos muros no roza, y es que ha hecho de esta rosa una nube que es un vuelo que no sabe de muros ni cales, que cosas tan materiales no existen en ese cielo que ahora es Caballerizas. La voz le sigue cantando al son de sus guardabrisas pero no es de un saetero, es la de un capataz torero que siempre lleva sin prisas a esa Esperanza con Gracia que aunque habita por San Roque parece andar por el cielo y la misma Luna acaricia.



- Pregón de la Semana Santa de Sevilla. 2009.
     Enrique Henares Ortega.

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