El monumento se compone de dos elementos: por un lado, un relieve adosado a la pared con la silueta de Antonio Machado (la famosa imagen del fotógrafo Alfonso de 1933, cuando lo retrató en el Café de las Calesas junto a la periodista Rosario del Olmo), que enlaza hacia abajo con la cabeza y parte del torso de una lectora, que atrae hacia sí un libro del poeta. El segundo elemento es una escultura de una figura corpórea, la de la misma joven lectora, apoyada sobre una mesa. Todo el conjunto es obra del escultor madrileño Julio López Hernández.
Este monumento dedicado a Antonio Machado es más un rescate que otra cosa. Porque el encargo, que partió del propio duque de Alba, Jesús Aguirre, se realizó en 1991; concretamente se firmó el 17 de julio de aquel año y el trabajo se terminó unos meses más tarde. Cobró por ello veinticinco millones de pesetas. Hoy, veinticuatro años después, podemos ver el homenaje que le hace la ciudad a su poeta, delante de una fachada de su casa natal, el Palacio de las Dueñas.
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